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Todavía no es la hora cero en Yanacocha
Raúl Wiener

 

Ayer las noticias que se difundían en Lima eran alarmantes.

La guerra estaba a punto de comenzar en Cajamarca.

Después de la batalla de Tintaya, la coalición de terroristas, extremistas, indigenistas, ambientalistas, oenegeros, curas y demás resentidos sociales que quieren que el Perú no crezca, se habían traslado 2 mil kilómetros al norte para desatar el combate de Yanacocha.

Horror, los cajamarquinos pretendían tomar muestras de agua de la represa de Río Grande que la minera ha incluido en sus límites y que por los tanto reclama como propiedad privada. Pero de esa toma depende el agua que baja hacia la planta de tratamiento y potabilización de “El Milagro” de la que bebe la ciudad y la irrigación de una cantidad de hectáreas productivas.

Los revoltosos que venían armados con recipientes e instrumentos para recoger las muestras, eran esperados por contingentes policiales que el ministro Murazzo envió para proteger lo que realmente importa: los negocios de las grandes mineras, no la vida de las personas, los animales y las plantas.

Pero como no hubo enfrentamiento y la policía tampoco se atrevió a detener a los visitantes, la noticia de hoy es que “fracasó la asonada”, “Cajamarca no fue paralizada”, “la protesta pasó inadvertida”. Algo así como que el pueblo no está con sus dirigentes que han venido denunciando la contaminación, la prepotencia y manipulación de autoridades por parte de la gran empresa.

Nadie, sin embargo, había llamado a otra cosa que no fuera a organizar una delegación para verificar en situ, lo que finalmente fue verificado, que el agua de la represa está cubierta de una capa verde de contaminante producto de las operaciones mineras. ¿Por qué tenía que expresarse esto en enfrentamientos?, ¿quién ordenó que Cajamarca se paralizara y no le hicieron caso? Y si creen que la población no está interesada y pendiente de estas investigaciones, recomendamos que esperen unos días.

Los que inventaron la guerra inminente, ahora pretenden que “la protesta”, fue derrotada.

Es decir cuando la protesta se enciende (Tintaya) es porque está camino a ser terrorista, y cuando se desarrolla en forma pacífica, es porque no existe. Lo único real son las mentiras que se construyen en la prensa y las que lanza Ferrero, cada cierto tiempo.

Así trataron a Arequipa en el 2002, que les mostró largamente el tamaño de su desacuerdo con la privatización con paros y marchas sin violencia. Y la soberbia oficial declaró que esa opinión no existía, porque no había podido tomar la ciudad y paralizarla. Pero se creyeron su propia mentira y se lanzaron a entregar la eléctricas del sur, tan sólo para encontrarse de inmediato ante una formidable rebelión popular masiva y dura que no se detuvo hasta humillar al gobierno y obligarlo a retroceder.

¿De dónde sale la intransigencia de Espinar? Del mismo material que se manifestó en Arequipa, y está presente en Cajamarca, Huaraz, Puno y otras partes del país: pobreza, frustración, poder económico, corrupción, mentiras.

No le pidan al Perú tomar en serio a Toledo, Ferrero, Kuczynski. Reconozcan que el país está cambiando desde abajo y que las demandas de la organizaciones deben ser tomadas en serio. Ganaríamos enormemente si así lo hiciera el poder político, y la gran prensa contribuyera a ello. Pero por el momento las cosas van en sentido contrario.   

      

17 junio 2005

Lima - Perú - 2005