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Viginia Tech: Desquiciado o sociedad desquiciada?

 

 

Análisis de la matanza No.65 en EEUU
   Fuente: ALAI

EEUU, (EVARED) - Quienes pusieron el dedo acusador en la cultura de las armas en Estados Unidos, fueron criticados en nombre de la responsabilidad personal. “No son las armas las que matan gentes —comentó un amigo del rifle en un diario— sino la gente misma. El problema está en los individuos, no en las armas”. Pero nadie cuestionó cómo podría hacer un desquiciado para matar a treinta y dos personas con una piedra, con un palo o, incluso, con un cuchillo.

Para el escritor uruguayo Jorge Majfud (*), cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder. En el caso de las drogas, los productores son los otros, no nosotros; en el caso de las armas, los consumidores son los otros; nosotros nos limitamos a su producción.

Explica que el discurso hegemónico nunca menciona que si no existiese el consumo de drogas en los países ricos no existiría la producción que satisface la demanda. Pero como los productores de los países pobres son los responsables individuales, nosotros los productores de armas, estamos legitimados para producir más armas que los otros deberán consumir.

Si alguien, como el asesino de Virginia Tech compra un par de armas con más facilidad y cien veces más rápido con que uno puede comprar un auto, y comete una masacre, toda la responsabilidad radica en el desquiciado.

Entonces, se llega a una trágica paradoja: una sociedad armada hasta los dientes está a la merced de los desquiciados que no saben ejercer correctamente su responsabilidad personal. Para corregir este problema, no se recurre a la responsabilidad social, combatiendo las armas y el sistema económico y moral que lo sustenta, sino vendiendo más armas a los individuos responsables, para que cada uno pueda ejercer con más fuerza su propia “responsabilidad personal”.

Hasta que vuelve a aparecer alguien excepcionalmente enfermo —en una sociedad de santos los demonios son excepciones muy frecuentes— y comete otra masacre, esta vez más grande, ya que el poder de destrucción de las armas siempre se perfecciona, gracias a la alta tecnología y a la moral de los individuos responsables.

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Jorge Majfud(*), es profesor de Literatura Latinoamericana en The University of Georgia, Estados Unidos.


"Como al Imperio Romano, al imperialismo norteamericano le espera su ocaso"

 

20 abril 2007