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  UNA VIDA EJEMPLAR

EN MEMORIA DEL DOCTOR GUILLERMO O’CONNOR
EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO

 

 


Este mes de diciembre, se cumplen 100 años del nacimiento de Guillermo O’Connor, y en tal ocasión, es justo recordar la trayectoria de este ilustre peruano.

Un día, 2 de diciembre de 1909, nace en los Barrios Altos, Lima, Guillermo Alberto, hijo de William O’Connor Guevara, experto mecánico, nacido en Arequipa y Blanca Rosa Ortecho, de Tarma.

Sus primeros años de infancia los pasó en el Anglo Peruano, devenido hoy en los colegios San Andrés y María Alvarado.

En aquellos años practica intensamente el boxeo amateur, cosechando triunfos en la división infantil. Es en esa disciplina que conoce al gran campeón de box profesional argentino Luis Angel Firpo que, ocasionalmente está de visita de exhibición en Lima en noviembre de 1923, el cual le felicita por sus primeros pasos pugilísticos.

Durante su juventud, llega a integrar el equipo de noveles del Universitario de Deportes, llegando a desempeñarse como delantero, hasta que una grave lesión, le obliga a “colgar los chimpunes”.

Habiendo ingresado a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos para seguir la carrera de medicina, comparte sus estudios con las inquietudes sociales de la época, siendo partícipe de los movimientos estudiantiles, bajo la inspiración de José Carlos Mariátegui.

Por esos años se produce el golpe militar de Luis Sánchez Cerro, el cual desata la represión general y decreta el cierre de la Universidad de San Marcos, lo cual obliga, entre muchos, a Guillermo a suspender sus estudios superiores. Mientras sus compañeros de aula migran a otros países para culminar su carrera, él opta por recorrer los pueblos de la sierra peruana, brindando sus conocimientos de medicina y fortaleciendo su sensibilidad social.

Poco antes de terminar sus estudios, se produce la muerte de sus amados padres, luego de padecer penosas enfermedades, lo cual lo embarga de dolor, pero a la vez, le impulsa a reafirmarse en su noble profesión, con mayor dedicación aún.

Desde sus últimos años de universidad, Guillermo se desempeña como jefe de prácticas de los años inferiores, y, una vez culminada la carrera, se gradúa como médico cirujano, en la especialidad de pediatría.

El haber logrado su título profesional, no lo desvincula de la enseñanza académica, la cual ejercerá hasta su jubilación, como profesor principal en la cátedra de Anatomía Humana, en la Facultad de San Fernando, perteneciente a su querida alma mater, San Marcos.

En aquella época, la candidatura del doctor José Luis Bustamante y Rivero a la presidencia de la República, es respaldada por un nutrido grupo de intelectuales progresistas, entre los que se encuentra firmando Guillermo. Sin embargo, el posterior golpe del general Manuel Odría, echa por tierra ese proceso democrático, que estaba en sus primeros pasos, dando inicio a una prolongada dictadura militar.

Profesionalmente, Guillermo destaca en diversos foros de las ciencias médicas, como brillante expositor, alcanzando a liderar el gremio, y en particular la Sociedad Nacional de Pediatría, de la cual llega a ser Vicepresidente y luego Presidente (1962-1963).

Desde sus primeros años de médico, trabaja para el Instituto Sanitas, representándolo en eventos en distintas partes del país.

También, por aquellos tiempos ejerce importantes cargos administrativos en el Ministerio de Salud, en la función de Jefe del Centro de Salud  “San Sebastián”, ubicado en el populoso barrio de Monserrate.

Así mismo, desde sus primeras prácticas profesionales, se vincula al Hospital del Niño, y años después, aunque a medio tiempo, continúa salvando vidas y adquiriendo valiosa experiencia clínica en el tratamiento de los infantes.

Y como si no fuera suficiente el tiempo brindado durante el día, cerraba la jornada diaria, hasta altas horas de la noche, en su consultorio  particular, atendiendo a las personas de toda condición social.

Este breve recorrido por la valiosa vida de Guillermo, nos permite apreciar, no solo a un excelente profesional, laborioso y entregado a su especialidad, sino a un hombre profundamente humano, sensible al dolor humano y a la pobreza de muchos pacientes, que en no pocas ocasiones, en lugar de cobrar por sus consultas, rechazaba honorarios si veía las carencias económicas de quienes atendía, e incluso les dejaba medicinas.

Sus hijos somos testigos de las innumerables muestras de afecto que recibía Guillermo, en los barrios populares, callejones y solares cercanos a su Centro de Salud, o donde lo requerían.

En el hogar que formó con Doña Carmela Salmón Miranda, fue permanente ejemplo de integridad moral, amor por su esposa y afecto por sus 7 hijos.

En este cálido ámbito familiar, inculcó el respeto al prójimo y la rectitud en las decisiones, a toda prueba. Bástenos referir una anécdota que ilustra estos calificativos: su segundo hijo, Roberto iba muy mal en los estudios de medicina, siendo Guillermo, padre y profesor del curso principal, de cuya aprobación dependía el año académico. Ante esta situación, no tuvo ninguna vacilación en desaprobar a su propio hijo, perdiendo un año de carrera. Comentando este hecho a sus hijos, Guillermo explicaba, que prefería “jalar de año” a Roberto, antes que sea un mal médico.

Sin embargo, su rectitud basada en valores, no le impidió poner siempre la nota de sano humor y alegría en su hogar. El amor incondicional que dio a su esposa Carmela, hasta el último instante de vida, fue siempre visible para sus hijos, cuando, por ejemplo, llegando del trabajo, lo primero que hacía era ofrecer un beso cariñoso a su pareja de toda la vida.

A lo largo de su carrera, fue el tronco y médico de toda la familia. No hubo pariente que él no atendiera con afecto, a la hora que fuera.  

Ya en sus años de jubilado, no abandonó su incansable actividad profesional, sea atendiendo en su despacho o haciendo visitas domiciliarias, a tal punto que, el mismo día en que lo velabamos, un triste 15 de junio de 1988, una de sus pacientes pedía telefónicamente, la confirmación para su cita de ese día. 
Él ya nos había dejado para siempre.

Honremos la memoria de Guillermo, médico, profesor, padre y esposo ejemplares.

Tus hijos, sobrinos, nietos y biznietos, seguiremos tus enseñanzas y entrega al servicio del prójimo.

 

 

Diciembre 2009