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Los escenarios post renuncia de PPK

21. 03. 2018
 

 

Duros días los vividos por el presidente Kuzcynski, luego de conocerse los videos donde sus aliados kenjistas aparecen ofreciendo obras y dádivas a cambio de votar contra la vacancia. En 24 horas, el escenario pasó de los “cuentazos” de PPK a la indignación oficialista, para luego terminar en un proceso de desafuero para los congresistas y ministros involucrados y una renuncia presidencial que está ahora en manos del Congreso.

Acorralado, sin aliados y con una investigación fiscal encima, PPK quedó fuera del primer cargo de la Nación, después de un año y siete meses. Un gobierno de lujo que no culminó su período. Toca ver ahora, cuáles serán los escenarios a corto plazo luego de esta situación. 

Escenario 1 Congreso acepta la renuncia y Vizcarra asume 
Este sería el escenario más rápido y concreto. Sin embargo, Vizcarra podría tener un panorama poco feliz para concretar un gobierno hasta el año 2021. Desde la bancada oficialista, muchos se pronunciaron contra la posibilidad que él asuma el cargo. El mismo PPK se refirió a él de forma indirecta al hablar de “traidores” que lo querían sacar del puesto. 

Vizcarra, no tiene un respaldo congresal, no tendría una bancada propia, excepto algunos amigos aislados como César Villanueva, pero nada más. Sin una vicepresidenta (Araoz anunció que renunciaría si PPK se iba) Vizcarra no tendría posibilidad de gobernar con tranquilidad. 

Escenario 2 Congreso no acepta la renuncia y procede la vacancia
La vacancia era el escenario que se esperaba para que la oposición concrete lo que inició el año pasado cuando se conocieron los aportes de Odebrecht a las empresas en las que PPK tenía participación. 

Una vacancia da pie a un desafuero y podría generar también una crisis donde se puede dar una acusación constitucional y un juicio político que tendría a Kuzcynski posteriormente en la mira de la Fiscalía y el Poder Judicial. 

Escenario 3 Asume Vizcarra y adelanta elecciones 
En cualquiera de los dos escenarios anteriores, tendremos un Vizcarra debilitado, que posiblemente gobierne solo. ¿Adelanto de elecciones? Este proceso solo sería viable si es que el ex gobernador regional de Moquegua logra un consenso político donde todas las bancadas acepten la posibilidad de dejar su posición, y planteen esta opción. 

Este adelanto de elecciones podría ser, como en el 2001, una oportunidad de replantear el panorama político donde el fujimorismo de Keiko vaya fortalecido, como el partido que “luchó contra la corrupción”, mientras que el fujimorismo de Kenji queda totalmente fuera de juego. 

El aprismo, sin dirigencia oficial, no tiene tampoco la posibilidad de asumir un papel protagónico en comicios adelantados. Al igual que el fujimorismo, tienen que ordenar primero la casa. 

¿Y la izquierda? Con un Gregorio Santos alejado de cualquier opción de diálogo con la izquierda peruana al igual que el Frente Amplio de Marco Arana, la coalición de Juntos por el Perú debería fortalecer la unión con Nuevo Perú y presentar una propuesta sólida, un nuevo rostro que recupere el espacio ganado en el 2016 por Verónika Mendoza que debería empezar a tomar mejores decisiones e hilar fino, para que los sectores progresistas aspiren a más. 

En el camino quedan expectantes un Partido Morado, el acciopopulismo y el acuñismo. En este último caso su poderío regional puede convertirlo en un protagonista. 

Escenario 4 Consigue el apoyo de algunos grupos políticos
Martin Vizcarrra plantea un gabinete de unidad nacional y/o con el Keikismo y los parlamentarios de PPK, logra un acuerdo con las principales fuerzas políticas en relación a las necesidades del gobierno en la lucha contra la corrupción, reformas políticas (bicameralidad), reformas constitucionales, reforma electoral, una apertura a la descentralización política y económica del país que conduzcan a una reactivación económica que acompañe a los gobiernos, regiones, alcaldes y distritos alrededor del país.

Pero todo esto, sí y solo sí, existe un diálogo real y un verdadero consenso político para bregar en medio del caso Lava Jato y sacar adelante a una economía que con lo justo llegará al 3% del PBI según los cálculos más optimistas. Mientras, seguiremos igual, con la misma clase política que hoy ha detonado el botón de su propia destrucción.

Fuente: La Otra Mirada

 


 

 

 

 

 

¿Quiénes son los traidores?
(Al borde de la vacancia)

Por: 

Nicolás Lynch

 

“Traidores” ha llamado el Presidente de la República Pedro Pablo Kuczynski a quienes quieren vacarlo. Con este epíteto no sólo ha dado la pauta para que sus partidarios empleen similares o peores calificativos, sino que ha marcado la cancha de tal manera que ya no se trata de un enfrentamiento entre adversarios políticos en una competencia democrática, sino de enemigos en una confrontación que amenaza (o ya es) una guerra. 

Lo primero que revela este comportamiento es desesperación ante un inminente segundo pedido de vacancia este verano, pero también el temor que en esta oportunidad se haga realidad. La coyuntura de marzo ya no es la misma que la de diciembre. Ahora las denuncias han crecido, no sólo contra el Presidente Kuczynski sino contra el conjunto de la clase política, y ya no se trata exclusivamente de un enfrentamiento entre Keiko Fujimori y Palacio de Gobierno, sino entre la representación nacional y un Presidente que no da respuestas claras a las múltiples acusaciones de corrupción que debe enfrentar.

Pero también señala que esta no es una crisis cualquiera, sino que es la crisis de un gobierno que lucha por su sobrevivencia. Esto es así, porque su cabeza y líder —el Presidente de la República— está acusado de traicionar su mandato, al poner su interés particular de gran empresario por encima del interés general que se supone debe cautelar, al haber supuestamente favorecido como funcionario público a las empresas de las que es dueño. No es que estemos desacostumbrados en estos años de neoliberalismo a ver poner el interés particular por encima del general, pero pocas veces se ha visto el mar actual de coimas, así como el crudo aprovechamiento de quien hoy es Presidente.

Esto es lo que debe definir el Congreso: si Pedro Pablo Kuczynski ha traicionado o no el mandato que obtuvo de las urnas. El juicio que van a llevar adelante los congresistas es político, se informan de los hechos que se conocen hasta hoy para formarse un criterio y proceder al voto. No se trata, como han querido confundir en estos días, de un juicio penal que necesita evidencias y el debido proceso judicial. El juicio político se rige por el procedimiento parlamentario, es sobre la capacidad de ejercer el poder democráticamente del juzgado y tiene consecuencias inmediatas.

La crisis, sin embargo, no es un asunto solo de personas, ni se solucionará exclusivamente cambiando personas. Hemos tenido, es cierto, la sucesión de cuatro gobiernos elegidos, del 2001 en adelante. Pero ha sido una continuidad pobre y políticamente precaria, que se ha basado en la represión a los movimientos sociales y el bloqueo a la renovación política impidiendo la inscripción de nuevos partidos. Esta precariedad ha llevado a una profunda frustración con la democracia que hoy alcanza niveles siderales y se plasma en una mayoría ciudadana que quiere que el Presidente se vaya. Estamos entonces ante una crisis no solo de gobierno sino de régimen democrático. Los gobernantes son y han sido corruptos y esta democracia secreta corrupción.

El régimen político, sin embargo, no crece en cualquier parte, sino en un país como el Perú en el que la relación entre economía y política sufrió un cambio importante, con el ajuste neoliberal, a principios de la década de 1990. Este cambio consistió en exacerbar una característica que venía de atrás en nuestra historia, para hacerla dominante en la reconstitución del estado peruano, el llamado “capitalismo de amigotes”. Para que las grandes empresas hicieran buenos negocios ha sido indispensable que tuvieran relaciones privilegiadas en el Estado, con aquellos funcionarios y representantes con poder e influencia políticas. La renta política pasó así a ser fundamental para el logro de una determinada tasa de ganancia. Las coimas y otras ventajas reveladas en estos meses son entonces centrales para el funcionamiento de este tipo de capitalismo. 

Para el capitalismo de amigotes devino entonces indispensable el control de las instituciones democráticas. Lo vemos en el Poder Ejecutivo y más precisamente en la Presidencia de la República, y es casi seguro que la profundización de la crisis nos dará luces sobre el Congreso y el Poder judicial. Podríamos estar entonces ad portas también de una crisis sistémica: de gobierno, régimen y estado.

Este carácter sistémico de la crisis puede y debe tener dos consecuencias. Por una parte, una resistencia muy grande de quienes han usufructuado de este sistema corrupto frente a la posibilidad de un cambio porque esta forma de proceder ha significado ingentes ganancias para ellos. Por otra, la necesidad de que las alternativas que se levanten y discutan planteen transformaciones de fondo. Me refiero a cambios en la forma de organizar este capitalismo y la propia representación política.  Repetir más de los mismo sólo hará que las cosas (y las gentes) se pudran de nuevo.

Para empezar debemos entonces vacar al Presidente. Él ha venido a representar la última de esta saga de presidencias corruptas, en una democracia y un estado que (es bueno repetirlo) secretan corrupción.


15 marzo 2018