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“ESTE NO ES UN GOBIERNO APRISTA ES, FUJIALANISTA”
“Alan García no ha venido a corregir sus errores de los 80 sino a
completar la obra de Fujimori”
Acabó el tiempo de las promesas, la máscara del candidato del “cambio responsable” ha sido
dejada a un lado, Alan García ya no pide perdón por el desastre del 85’
al 90’, seis meses resultan suficientes para sacar una conclusión: una nueva modalidad del
continuismo económico, político y moral se ha instalado en el país: el fujialanismo.
La mentira, como método político
Alan García mintió en casi todas las promesas que hizo al país para ganar las elecciones:
* Se negó a cobrar el impuesto a las sobreganancias mineras, que hubieran permitido al país
y a las regiones participar del auge de los precios internacionales de los minerales, y ha querido
sorprender con el cuento del “aporte minero”, que recoge las migajas del gran banquete de las
trasnacionales.
* Alan García ha frenado iniciativas trascendentales como la ley de eliminación de la renta
básica, estableciendo un acuerdo con la Telefónica para adelantar los ajustes futuros y
presentarlos como una rebaja. No ha sido capaz de impulsar la ley de desafiliación de las AFPs,
manteniendo a los jubilados prisioneros de estas empresas; ha paralizado las propuestas del
Congreso para restituir los derechos laborales y está asumiendo la posición de algunos
empresarios en la crítica al proyecto de la Ley General del Trabajo.
* En materia económica, se ha negado, a revisar el TLC y más bien se ha constituido en el
principal defensor de esta propuesta que le ha demandado no sólo tiempo sino también hacer el
ridículo en la gestión, para finalmente, terminar entregando la tarea de lograr airadamente el
acuerdo al lobby de Alfredo Ferrero, vinculado a los principales grupos exportadores.
Igualmente, el shock de inversiones que prometió, se ha convertido en un show de inversiones,
donde sólo una pequeña parte del presupuesto ha podido ejecutarse, debido a la ineficacia del
gobierno central.
Carece de la voluntad política para cambiar un modelo primario-exportador que es polarizador per se al concentrar la riqueza en pocas manos y
condenar a la fractura social y geográfica al país. No se tiene la más remota idea de cómo iniciar un
plan de desarrollo industrial apoyándose en nuestro capital nacional constituido por los
pequeños y microempresarios. Por eso, la clave es modificar dicho modelo económico, que es la causa más
profunda de la pobreza existente en el país y el obstáculo más fuerte al desarrollo del mismo.
* Ha mantenido el viejo y tradicional concepto de “programa social”, como sinónimo de
limosna para los pobres, sea ésta disimulada como “cachuelitos” por algunos meses, o
directamente en productos. El gobierno no comprende que el verdadero concepto de Programa
Social significa la actividad promotora del Estado en ciertos sectores económicos, para incluir a
un sector importante del pueblo que se encuentra marginado, discriminado y excluido
fundamentalmente por la política económica, en nuestra sociedad.
* No ha cumplido con la meta de conectar a medio millón de familias peruanas con las redes de agua en sus primeros seis
meses.
* En política educativa, no hay un norte claro. El Ejecutivo, no comprende que no hay
educación de calidad porque ni el Estado ni los grandes capitales foráneos requieren de mano de
obra educada. Lo que este modelo económico exige es el “cholo barato”,
que este dispuesto a regalar su fuerza laboral y su dignidad por poca plata.
La evaluación ha servido sólo como mecanismo de discriminación para golpear a los sectores
resistentes y demostrar que, al igual que Fujimori, García no respeta las organizaciones de los
trabajadores.
Lejos de afrontar los grandes temas pendientes, por la incapacidad de aquel que tiene las manos
atadas por compromisos políticos y económicos anteriores, Alan García construye problemas
virtuales en el país para ocultar los reales. Mientras en gran parte de Latinoamérica se debate
cómo satisfacer las necesidades básicas de los pueblos, cómo mejorar la
educación, la salud o combatir la corrupción, en el Perú se discute si se implanta o no la
pena de muerte.
Él sabe, que no va a eliminar las violaciones de menores porque mate alguno de esos infelices o
porque elimine a un presunto subversivo. Hay suficiente experiencia
para saber que también en este punto miente y crea un conflicto artificial que esconde sus
propósitos.
La propuesta regeneradora del Partido Nacionalista de proponer una Asamblea Constituyente que
liquide la constitución fujimontesinista y establezca un verdadero orden democrático en el país,
con la participación soberana del pueblo, ha sido airosamente rechazada por el Gobierno, que
teme a la decisión popular, como le teme cualquier régimen autoritario.
En términos programáticos, García se ha pasado a Fujimori. Ese es el discurso del
autoritarismo, de ver terroristas por todas partes, de enarbolar la muerte como si se tratara de
cualquier cosa, de empujar la judicialización del presidente del Partido Nacionalista, de los
congresistas nacionalistas, del ex presidente Toledo y de algunos de sus ministros, las agresiones
contra el SUTEP, entre otros. Un clima que evoca al Perú de 1992 y que García atiza
irresponsablemente porque cree que saldrá ganando con la confrontación.
La política exterior de Alan García aísla al Perú
En cuanto a la política exterior, García es un gran misterio. Viaja a Estados Unidos a abrazarse
con Bush y anuncia una cruzada contra el “fundamentalismo andino”, como
si tuviera su propio Irak en Bolivia; y luego busca una reconciliación forzada con el
presidente Chávez de Venezuela. Apresura un acercamiento, con visos de entreguismo a Chile,
con el que ha firmado un TLC negociado en secreto que favorece las inversiones de ese país en
el Perú.
Un equivocado y pusilánime manejo de las relaciones bilaterales con Chile que
nuevamente nos coloca en el ridículo, al nosotros buscar besos y abrazos con los ministros chilenos
en Santiago, nombrar un Embajador Político que es mitad chileno y mitad peruano en Chile,
permitir condecoraciones chilenas a nuestros altos mandos militares, mientras que ellos siguen
comprando armas modernas para su Fuerza Armada y ahora pretenden anexarse aprox. 20,000 mts2 de
tierra que pertenece a la heroica Tacna.
Habla de alianza estratégica con Lula y trata de seducir a empresarios brasileños con una
supuesta oferta de gas que permita dejar de lado a nuestros hermanos bolivianos, y se expone a
que el presidente de ese país lo declare “estrafalario”.
Perú se está aislando de las grandes tendencias latinoamericanas que, desde Nicaragua hasta Argentina, toman decisiones en el continente.
Lejos de discutir, por ejemplo, si al Perú le interesa entrar en el Mercosur, o reforzar la
Comunidad Suramericana de Naciones fortaleciendo a la Comunidad Andina, Alan García se niega a
hacerse presente en Río de Janeiro. El Sr. García, se convierte en un tipo errático, sin principios que
está comprometiendo los intereses y la imagen del Perú en el escenario latinoamericano y
mundial. Es una triste realidad que refleja su manejo interno sobre el plano de las relaciones con el
exterior.
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