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Dicen que somos atraso...

Por: Eliana Otta

Esta frase utilizada por el artista Alfredo Márquez en su potente trabajo “Katatay” ha venido a mí recurrentemente estos días ante las lecturas que despiertan las encuestas entre los “especialistas”, comunicadores y votantes. 

El pánico provocado por el casi garantizado pase a la segunda vuelta del candidato de Gana Perú, Ollanta Humala, desnuda una vez más el racismo imperante en nuestra sociedad, del cual Aldo Mariátegui parece ser el más descarado vocero: “…todo esto es resultado de que nuestra necia clase política bloqueó sistemáticamente el voto voluntario. Estaríamos con otro escenario mucho más sensato en estos momentos, pues los ignorantes –base del voto humalista y fujimorista– no tendrían el abrumador rol protagónico del que ahora gozan básicamente por su afición a reproducirse irresponsablemente y en cantidades industriales (fina cortesía desde hace décadas de la Iglesia católica y su exitosa oposición al control de la natalidad), lo que representa finalmente la mejor fórmula para perpetuar la pobreza”. (Correo, 28/3/2011) 

Como sostiene Nelson Manrique “Hay que agradecer a Aldo M. la fresca sinceridad con que exhibe lo que otros derechistas esconden: cómo conciben la democracia y qué piensan acerca de la ciudadanía y la igualdad de derechos y oportunidades.” (La República 5/4/11) 

No solo habría que eximir a la gente pobre del deber de votar sino que resultan ser responsables de su propia condición de pobreza, la cual según este raciocinio parece no tener nada que ver con el modelo económico con el que se maneja el país.

La poca profundidad de los análisis que suelen identificarse con esta lógica queda perfectamente ilustrada en el más reciente spot publicitario del candidato Pedro Pablo Kuczinsky, en el cual “el atraso” es representado usando fotografías de gente y paisajes de la sierra y “el progreso” usando vistas del distrito de San Isidro. La chatura de las aspiraciones alienantes del candidato y de muchos de sus votantes son resumidas en una estrategia de marketing desconcertante por la manera en que da la espalda a la realidad del Perú. Cabe preguntarse si Kuczinsky sabe que las fotos usadas para el spot fueron tomadas por Martín Chambi y si ha habido alguna autorización previa para su (abyecto) uso, pero eso debe ser un detalle menor para los ocurrentes publicistas.

Ante tales exhibiciones de autosuficiencia y estrechez de quienes se creen dueños del buen juicio y la verdad, aunque solo lo son de los medios de comunicación desde los cuales la pontifican, me queda la duda de si nos estamos preguntando lo suficiente por nuestras propias concepciones de lo que estas categorías representan.

Yo tengo claro que no puede haber crecimiento sin igualdad y que un gobierno no puede ser considerado bueno si sus acciones no se encaminan hacia ese objetivo. Muchos califican el gobierno de García de “bueno porque mantuvo el crecimiento aunque no hubo mejoras en la educación”. Para mí es al revés. Ha sido un gobierno malo pues no mejoró la educación, aunque  hubo crecimiento económico. La ciega mezcla de ambición y ansiosa ilusión por acercarnos al primer mundo (al menos lo tenemos en San Isidro o el Jockey Plaza “¿ya fuiste a su nueva ala? ¡parece otro país!”) ha hecho perder la perspectiva a gran parte de la población que no tiene escrúpulos en perpetuar un regimen que prospera a costa del malestar de las mayorías y de bienes comunes no renovables. Las industrias extractivas no sólo contaminan sino que desplazan y desaparecen comunidades indígenas en lo que es una violación sistemática de derechos humanos que no ha cesado en los últimos gobiernos. ¡Sin siquiera beneficiar plenamente a los peruanos!

La condición de intocable de la que goza la candidata Keiko Fujimori por parte de la prensa y la mayoría de candidatos es la muestra del mayor atraso en nuestra clase política y gran parte de la sociedad civil. Una falta de coherencia total con los “valores democráticos” por los que tanto se rasgan las vestiduras cuando les conviene y una preocupante cercanía a la prevalescencia de la impunidad ha ensombrecido esta campaña desde sus inicios, haciendo que, contrariamente a lo que podría considerarse inimaginable, la tengamos a punto de pasar a segunda vuelta.

Verdadero crecimiento sería lograr una sociedad que no permita que la hija de un dictador pueda seguir sus pasos. Verdadero crecimiento sería poder dialogar respetando las opiniones de todos los interlocutores y preocuparnos por que existan las condiciones para la formación de criterios propios.

Es irónica la ingenuidad de quienes agradecen que Mariátegui hable por ellos mientras sueñan con que el Perú se parezca cada vez más a países que admiran nuestra variedad cultural y biodiversidad. Buscar la homogenización de nuestra sociedad hacia un modelo considerado como emblemático de la modernidad es lo menos progresista que puede haber. En el reconocimiento de la necesidad de aprender a convivir con nuestras diferencias está el verdadero nicho para un crecimiento profundo y duradero.

Atraso es no confrontar frontalmente a la corrupción y a las cúpulas que negocian en desmedro de los intereses nacionales.

Atraso es regalar y explotar indiscriminadamente nuestros recursos naturales mientras el mundo se encuentra en la búsqueda de fuentes renovables de energía y son inminentes las consecuencias del cambio climático.

Atraso es permitir que la base de nuestra economía despoje de sus tierras y derechos a hombres y mujeres muchas veces considerados “ciudadanos de segunda categoría”.

Atraso es la discriminación, la falta de capacidad de indignación y la indiferencia frente a la miseria.

Independientemente de nuestros votos del domingo 10, denunciemos abiertamente el racismo de todo tipo: el más solapa, el condescendiente y el orgulloso.

Y expresemos nuestro rechazo a Keiko Fujimori y su misión de conseguir el indulto al dictador, con el apoyo de su hermano Kenji como probable presidente del Congreso.

 


Lima, 09 de Abril del 2011    

     

"Solo conoceremos nuestra verdadera estatura cuando nos pongamos de pie"