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Por: Hugo O'Connor Salmón |
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En estos días, el asesinato de una madre a manos de su hijo ha sacudido nuevamente nuestras conciencias, y nos lleva inevitablemente a preguntarnos ¿por qué sucede esto? ¿a qué extremos estamos llegando como sociedad?
El caso La muerte de la empresaria panificadora María Rosa Castillo de manera cruel fue asfixiada por su propio hijo Marco Arenas. El crimen fue, según se va conociendo, un hecho fríamente premeditado, y al parecer con la colaboración directa de su enamorada, Fernanda Lora. Se informa también que luego del asesinato y quema del cadáver, ellos se tatuaron como símbolo de unión de pareja y se fueron a un sitio de baile.
Marco llevaba ya desde hacía tiempo una vida de comodidades, tanto por los recursos económicos proporcionados por sus padres como por el robo sistemático de dinero y joyas de la madre. Se especula que la enamorada lo presionaba para mayores gastos, sin embargo se dice también que él compraba a manos llenas camisas, zapatos, ropa y cuando menos realizó 25 viajes al extranjero.
La familia fue llegando a la sospecha que esos recursos tenían un origen indebido y desde el hogar. Otros periodistas quieren incluso encontrar alguna participación de Marco en otros delitos como sicario. Sea como sea, en el juicio que se avecina contra ambos, se conocerán más detalles de este macabro caso policial.
En los días posteriores a este crimen, la policía consideró como sospechoso a Marco. Los medios de prensa quisieron entrevistarlo y él se mostró evasivo y sonriente, lo cual levantó más la sospecha sobre su culpabilidad.
No ha tardado mucho en darse la confesión de ambos y los interrogatorios policiales, incluyendo la reconstrucción del crimen, en la que Marco explica con frialdad como ahorcó a su madre, aparentando darle un abrazo y beso.
Necesaria reflexión
Dada la extrema crueldad y premeditación, se dice que se trata de un psicópata y su enamorada también tendría este mismo diagnóstico psiquiátrico.
Sin dejar de ser cierto esto, resulta que en estos últimos años se están dando casos parecidos, como los casos de las señoras Fefer, Vásquez Marín o el de la chica Giuliana Llamoja, todos ellos significaron la muerte de la madre. Acaba de ocurrir otro crimen de un joven que ha confesadp que ha degollado a su ex enamorada, porque ella no aceptó seguir la relación amorosa.
Entonces, ¿ deberíamos limitarnos a señalar que se trata de psicópatas agresivos?. O más bien, estos terribles casos deben hacernos despertar y empezar a buscar respuestas sociales a estos comportamientos violentos y extremadamente crueles.
Por lo pronto, todos estos casos tienen un denominador común, el desprecio por la vida, incluso de aquellos seres muy cercanos a los asesinos. También la ambición por el dinero fácil, como los bienes familiares o la herencia que alimenta la sociedad capitalista: el frenético consumismo individual. También están presentes en las familias que viven este drama, los matrimonios destrozados que no han dejado espacio alguno para cultivar los valores morales más elementales.
En relación a todo ello está el considerar a la violencia, cada vez más como un comportamiento “normal” que hoy se extiende desde la escuela, el trabajo hasta el propio hogar, con películas y video-juegos bélicos y sangrientos. También tienen parte de responsabilidad los medios de comunicación que difunden y promueven hechos policiales en sus titulares, todos los días en su descabellada competencia por “rating”.
A modo de conclusión
La sociedad está fallando por todos lados, porque se muestra indiferente o simplemente abandona la promoción de valores fundamentales como son el derecho a la vida, la no violencia especialmente contra la mujer, la solidaridad y la tolerancia entre los semejantes.
Estos crímenes en crecimiento deben ser analizados en primer lugar por profesionales en la materia y que en los programas de radio y TV permitan la opinión del público por vía telefónica, para que en el debate se extraigan las mejores lecciones y se proteja a nuestra niñez. Las escuelas y demás centros educativos no pueden estar tampoco ajenos a estos lamentables sucesos. En cada periódico mural o concurso literario los educandos podrían debatir y expresar su rechazo a estos crímenes, como forma de afirmar los valores que nos hacen seres humanos.
Así mismo, el Estado Peruano, tan cínicamente ausente de lo que consume a diario la población, debe poner fin de algún modo al libertinaje (o dictadura) de los medios de comunicación masiva, como son los periódicos “chicha” o los programas donde se exalta la banalidad (realitys).
Debemos organizar campañas contra las películas violentistas y sangrientas (dizque “de acción”) provenientes de la sociedad decadente del norte, materiales deplorables que saturan nuestra TV local, e incluso también la de cable. Basta ver los títiulos de la programación: "Mujeres verdaderamente asesinas", "Mentes criminales", "Secuestrados", etc.
22 noviembre 2013 |
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"LO MÁS IMPORTANTE ES NO DEJAR DE HACERNOS PREGUNTAS" - Albert Einstein
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