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1.
La
estrategia de la distracción. El
elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción
que consiste en desviar la atención del público de los problemas
importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas,
mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y
de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al
público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la
ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los verdaderos
problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público
ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a
granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para
guerras tranquilas)”.

2.
Crear
problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea
un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en
el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea
hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la
violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público
sea el demandante de leyes de seguridad y
políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis
económica
para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos
sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3.
La
estrategia de la gradualidad.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla
gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que
condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron
impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo,
privatizaciones, precariedad, flexibilidad, Desempleo en
masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que
hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola
vez.
4.
La
estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla
como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el
momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio
futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es
empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre
la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y
que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público
para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación
cuando llegue el momento.
5.
Dirigirse
al público como criaturas de poca edad. La
mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso,
argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas
veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de
poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al
espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué?
“Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o
menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con
cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un
sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver
“Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6.
Utilizar
el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un
corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de
los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional
permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar
ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…
7.
Mantener
al público en la ignorancia y la mediocridad. Hacer
que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos
utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la Educación dada
a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible,
de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases
inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de
alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras
tranquilas)”.
8.
Estimular
al público a ser complaciente con la mediocridad. Promover
al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e
inculto…
9.
Reforzar
la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia
desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus
capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el
sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera
un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción.
Y, sin acción, no hay revolución!
10.
Conocer
a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la
ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público
y aquellos poseídas y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la
biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha
disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física
como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo
común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría
de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los
individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.
Noam Chomsky
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