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Lección no aprendida: 11-Set-2001

 

Por:Hugo O'Connor

A once años del ataque a las torres gemelas, hemos podido ver en la TV, entrevistas diversas a gente de la calle, en aquel fatídico y traumático día para los habitantes de la ciudad de Nueva York.

Las declaraciones de los transeúntes no podían estar más cargadas de odio contra “el enemigo” supuesto, los países árabes, presagiando cual sería la represalia que desataría este cruento atentado, que puso por los suelos la invulnerable seguridad de los sistemas de defensa norteamericanos. Ha debido transcurrir más de una década para que veamos nuevas imágenes que fueron ocultadas cuidadosamente por el orgullo imperial.

El análisis de este repudiable suceso que conmocionó al mundo entero, no debe esconder la terrible ignorancia que padece el pueblo norteamericano, imbuido sistemáticamente de un enfermizo patrioterismo, que solo atina a clamar ¡venganza!.

En la conmemoración de este año, los medios de comunicación mundial (BBC, CNN, FOX), solo reiteran la justificación para nuevas invasiones y masacres a países supuestamente agresores, a sabiendas que ese atentado fue perpetrado por un grupo fundamentalista, claramente identificado. De este modo, estos medios contribuyen a alimentar un odio racista contra todo el mundo árabe y sus creencias. No reconocen en absoluto, los factores que han generado la espiral de violencia que ya viene cobrando, desde aquel atentado, más de 6,600 soldados norteamericanos muertos y más de 600 mil vidas de iraquíes y afganos asesinados, como producto de la invasión militar a esos países, iniciada el 2002. La segunda mitad del siglo pasado estuvo plagada de intervenciones y crímenes de lesa humanidad, promovidos directamente desde Washington, como han sido los 2 millones de vietnamitas muertos por decisión exclusiva del Pentágono.

La mayoría del pueblo norteamericano está convencido que sus soldados son héroes, porque los círculos militaristas se lo machacan a través de los medios de comunicación. El imperio se sostiene gracias a una economía de guerra, que se basa en la expoliación y dominación de los países tercermundistas, especialmente los que tuvieron la osadía de controlar su petróleo. En buena cuenta, tanto el negocio de las armas como el del oro negro son los nervios que hacen funcionar el sistema imperial, que explican su agresivo afán de dominio, sobre la base de un arsenal que va desde armamento convencional hasta armas de destrucción masiva.

Sin embargo, hay sectores de la sociedad norteamericana que alzan crecientemente su voz para que se detenga esta vorágine de violencia y terror, que nace de su propio gobierno. Personalidades como Noam Chomsky, Michael Moore y muchos más son la conciencia acusadora, que rechaza el egoísmo y egocentrismo del “american way of life”. Ellos enaltecen a la humanidad.

Contra las expectativas, el ascenso de Obama a la presidencia, no ha significado ningún cambio en la política exterior norteamericana. El golpe recibido el 2001 que significa hasta hoy enorme sufrimiento a miles de ciudadanos neoyorquinos, sigue siendo una lección no aprendida y sin voluntad de enmienda.

Es tarea del movimiento mundial por la paz y de crecientes e indignados grupos civiles norteamericanos (movimiento occupy) hacer retroceder los planes bélicos que hoy acechan a Siria e Irán.

Cerremos filas decididamente con ellos.

 


Lima, 12 de Setiembre del 2012    

     

"Solo conoceremos nuestra verdadera estatura cuando nos pongamos de pie"